FireLord

Tu sonrisa, tu sollozo, tu calidez, tu suspiro… Todo ello seré… seré yo y nada más. Tu sombra y tu luz, tu soledad y tu muchedumbre, los brazos que te acogen cuando él te deja, y los las piernas en donde descansas tu cansancio. El espejo no me refleja… me tapas con tu cabello el rostro. Te levantas de entre las sabanas, y tu desnudo cuerpo camina por el pasillo hacia la concina. Tomas mi buzo negro, te lo pones. Gritas desde allí si deseo tomar café. No respondo. Mis pantalones están en el suelo, al lado de sus zapatos. Ahorre cuatro semanas para comprar esos Levis. Ya perdí un botón… debería haber elegido uno con cremallera. La pava silba desde la cocina. Escucho el sonido del televisor. El reloj dice: 15 : 48. Mi celular esta junto a mis zapatillas también en el suelo, todavía esta la notificación de un mensaje de texto de Movistar. Y tus dos llamadas perdidas. -Creo que es hora que te vayas- acercas la taza de café a mi rostro, un taza de cerámica de Tasmania, que dice: “para el loco que mas quiero” acomodo el mentón a la almohada que todavía huele con tu aroma. -Y si decido quedarme?- -No hay mucho que hacer acá…- dejas la taza en la mesa de noche -Vos sos algo que hacer acá- -Yo soy algo que no debes hacer- -Aun así lo hago… dejas todo o seguís igual?- me incorporo en la cama y me pongo d espaldas a ti -Sabes que voy a responder-alzo la voz -Si Sebastián se entra nos mata, y vos sabes eso, y aun así…- -Así que??!!... Ah?!! Así que??!! Aun si lo seguís haciendo Eliana!! Igual que yo lo seguís haciendo!- me miras sin decir nada, estas indignada, y de los ojos brotan dos lagrimas que caen a tus labios. Recoges tu cabello. Bajas la mirada, te secas las lagrimas con la mano. Dejas la taza de café de Silvestre. Te acercas a la ventana, te cubres con la capucha negra. Olvidas el tiempo y vuelves a decirme: -No puedo.-