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Capitulo 4: El Emperador Celestial





Las Murallas del Triunfo protegían las puertas de Imperio de  Damascquinos. Una construcción colosal que el Primer Emperador Celestial había creado como símbolo de orgullo y solides del Imperio. El Emperador, un ser casi divino poseía un don fuera de lo común, algo no digno de un simple mortal; se desconoce cómo fue que el antiguo rey se convirtió en el omnipotente ser que representaba el Enviado del Cielo. El mismo Kasimir se dirigió hacia el mundo como el Divino que daría el inicio a la nueva era de "Gaia". 53 años atrás el imperio era un reino desolado por el hambre y la pobreza. La crisis que atravesó en ese momento, fue el detonante para el surgimiento del Estado más poderoso. Los relatos antiguos cuentan sobre el avenimiento de un caído del Cielo a las tierras mortales que sacudirá las tierras y hasta los mismos dioses sentirían su cólera. Antes del comienzo de “la Guerra de la Conquista”, el país de Damascquinos era una ciudad ascendente en medio del Desierto de Fuego, un paisaje abrasador, con la peculiaridad única, las arenas color rojizo, pequeños cristales que reflejaban los rojos e incansables luces del sol; formando destellos naranjas como el danzar de las llamas, por las noches el infierno se tornaba en un gélido aliento de muerte; las temperaturas bajaban dramáticamente y hasta los espectros susurraban de dolor. Entre las dunas se imponía un reino que desafiaba las condiciones de las tierras altas del sur. El gran Rey  Edmund Van Dis Kasimir; gobernante del Reino Damascquinos, vio opacado el orgullo de su familia, con el periodo de hambruna y sequia más largo de toda la historia  del reino. Los oasis y los ríos que se atrevían a cruzar las incinerantes arenas se habían secado por completo. Los animales morían, los cultivos se marchitaban, el pueblo comenzó a sufrir de hambre, muerte y enfermedades. El rey recibía consejo del Distinguidísimo Senado, un órgano gubernamental conformado por un grupo de ancianos, jueces pretorianos del reino que habían de cumplir la tarea de vigilar el correcto y decoroso obrar del rey, los únicos que podía presionar la situación del soberano. Los miembros del Senado habían insistido establecer rutas comerciales con los países del norte del continente; países enemigos de Damascquinos desde hacía siglos. La primera oposición emano de la boca del rey, que se negó rotundamente a cooperar con un país enemigo de sus padres y sus abuelos. De todas formas, no había un  remedio más sensato que acceder a esta propuesta, el país se hundía de a poco. Desesperado ante su imposición, y su falta de poder para salvar a  su gente, su corazón se oscureció, el reino que sus padres y sus antecesores habían hecho grande, glorioso, opulento y fuerte; ahora no era más que una ciudad reseca y moribunda.
Los relatores dicen que una noche, cuando las estrellas brillaban como soles refulgentes, el gran  Kasimir, abandono sus aposentos y se marchó de la ciudadela, dirigiéndose al Desierto de Fuego sin que nadie lo viera atravesar los portones del reino. Los  días subsiguientes el pánico se apodero de las paredes del palacio, cientos de sirvientes buscaban al rey en la ciudad, en los palacios en todo rincón, incluso se hicieron expediciones al Desierto; pero no habían podido encontrar ningún indicio del paradero de su majestad. El Senado, se vio obligado a  asumir el poder y el dominio del país en su remplazo, pero su mandato seria breve. Los ancianos sabían que anunciar la desaparición del rey provocaría un ataque directo de los países vecinos, que sacarían ventaja de la ausencia de su líder, tampoco podían comunicar a su pueblo que el rey había caído enfermo, puesto que los resultados serian los mismos. Fue así. como el rey fue remplazado por un muchacho de parecido físico, que llevo los ropajes reales por solo siete días.
El sol se detuvo en lo alto de los cielos la mañana del octavo día desde la desaparición, fue cuando las puertas de la ciudadela se abrieron, ante la sorpresa de los soldados que montaba guardia en las torres de vigilancia, por un hombre cubierto de harapos que empujaba los inmensos portones de acero caliente solo con sus manos. Cuando ingreso a la calles de la ciudad los ojos que lo contemplaron permanecieron atónitos al ver que la figura de barba espesa y ropa rasgada y suciedad en el rostro, no era sino el mismísimo Kasimir. Camino descalzo entre las calles, todo aquel que lo miraba le reconoció al instante a pesar de su aspecto, su boca no emitió sonido alguno y camino hacia su palacio sin que nadie lo detuviera. Ya dentro, guio sus pasos  a donde los senadores celebraban una reunión, en los salones de la Corte. Cuando este ingreso a la sala, el miedo se apodero de los viejos, la puerta se cerró a las espaldas de Kasimir, y de esa habitación no volvió a salir nadie más con vida. El rostro del rey seria lo último que verían los antiguos miembros del Senado.
El Gran Kasimir mostro su figura ante una muchedumbre, que había acudido a las puertas del Palacio Real,  al percibir el movimiento dinámico de los soldados, este se dirigió hacia su pueblo arrastrando un cuerpo cubierto de sangre que dejaba una huella roja bajo su sombra y dijo:
-Todo aquel que manche el nombre de Edmund Van Dis Kasimir y el ilustre reino de Damascquinos acompañara a este despojo a las oscuridades de mismo Averno!!!- grito con fervor, arrojando el cuerpo de su imposto hacia los observadores.
-El reino de Damascquinos, se alzara ante los Dioses, y su Rey será uno de ellos... El Imperio surgirá de las arenas rojas y cubrirá de gloria los corazones de nuestro pueblo!!!- las personas no reaccionaba a su palabras, solo se quedaron perplejos y se arrodillaron sin exclamar una sola palabra. El cielo rujio un trueno que desencadeno el lagrimar más largo que sacio la sed del desierto, haciendo resucitar los ríos antiguos y nacer corrientes nuevas. La lluvia era algo que un Damascquino no conocía hasta ese día, y ese fue el primer escalón hacia el totalitarismo Imperial.
Un año después, el nuevo Imperio comenzó a movilizar tropas armadas de caballeros vestidos con armaduras rojas. Cubiertos de pies a cabeza, a la distancia se distinguían sus ojos rojizos atreves de el metal de sus yelmos. Marcharon hacia Visnnus, el segundo más poderoso país de los "Leones del Norte", tierra minera, famosa por sus riquezas y minerales únicos, comerciante desde sus años de antaño, pionero en el trazado de rutas comerciales con los demás países de la tierra. El Centro del comercio y la producción más importante desapareció ante la primera demostración del poder del "Arca de Kasimir". El deslumbrante poderío de este "artefacto" sucumbía los cimientos de cualquier cosa hasta dejarlo hecho añicos. El cielo se cubría de nubes negras y desde lo más alto precipitaban pilares de luz blanca que emitían un sonido dulce, melodioso, y melancólico, un canto ensordecedor agonizante que al mismo tiempo consentía a la muerte de la manera más placida. No hubo ciudad luego que admirar, solo escombros de polvo y almas errantes aferradas a un cuerpo que ya no existía. Así, el primer León cayó en un día.
El Emperador Celestial portador de un "artefacto" que podía borrar la existencia con el Canto de Nephilion, se convirtió en el enemigo de los países libres del mundo.  La conquista del continente duro 12 largos años. El mundo sucumbió ante el divino, y la resistencia declaro su rendición ante el omnipotente poder de su enemigo. Fue así como Gaia, agrietada y casi sin vida, se torno salvaje y los mortales no pudieron caminar atreves de ella como antes. El mundo se hizo negro y de sus sombras surgieron criaturas místicas y demonios que se alimentaban de las almas de los muertos caídos. La ambición de el Gran Kasimir se cumplió al fin y, luego de unos meses el palacio Imperial no volvió a ver al Emperador, este se encerró en su recamara y no volvió a salir para sentir la luz del sol. Su esposa asumió su puesto y gobernó el mundo mortal por 10 años. Su talento era tan imponente como su belleza, Amires Krista Lundifjeg, tubo dos hijas del Emperador Celestial. y estas al igual que su madre eran criaturas preciosas y únicas, solo ellas son capaces de contemplar la devastación del mundo desde los cielos. 

Glosario:

Guerra de la Conquista: periodo bélico que duro 12 años aproximadamente. Años en que el Imperio de Damascquinos se hizo dueño del mundo entero.
Leones del Norte: denominación dada a un grupo de países del Norte del continente. Conformado por Marmo y Visnnus como países lideres en economía y fuerza militar, les continúan Radonaros y Hildej. Los cuatro conformaban el bloque aliado más poderoso del mundo hasta antes de que el Imperio existiera.
Artefacto: piezas mecánicas creadas por un Dios, se manifiestan de formas diversas, posibilitando la creación, la destrucción, o la recomposición. Los antiguos relatos citan que los Dioses creaban artefactos para contemplar su belleza al ser utilizados en el mundo mortal. El fenómeno creado por un artefacto es considerado milagroso, no por sus efectos sino por su belleza.

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